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¿Qué es el autismo? Recomendaciones y síntomas.

¿Qué es el autismo? Recomendaciones y síntomas.
09 / marzo / 2021

¿Qué es el autismo y cómo afecta?

Con la ayuda del servicio de pediatría y psicopedagogía de Escuelas Infantiles Nemomarlin, Kidscare, os mostramos varios consejos y tips sobre el autismo.

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo, esto significa que tiene su origen durante el proceso de gestación del bebé, se trata de una patología que no tiene cura y por lo tanto prevalece durante todo el ciclo vital.

Forma parte de un grupo más amplio de trastornos del neurodesarrollo como el Trastorno de Asperger, o el Trastorno Generalizado del Desarrollo no Especificado, y forman la denominación Trastornos del espectro Autista. Nombre por el que se conoce y se diagnóstica en la actualidad.

Se trata de un problema que afecta en todas las áreas del desarrollo del niño, pero que es especialmente notable en las de comunicación y socialización. Las manifestaciones clínicas del Trastorno de Espectro Autista (TEA), son variadas, hasta el punto de que suelen cursar con un serio déficit cognitivo aunque en algunos casos también se pueden observar buenas capacidades en niños con este diagnóstico. Sin embargo podemos observar en todos los casos dificultades en la comunicación e interacción social en los contextos vitales de referencia , unidos a falta de intereses o a la restricción de los mismos y de la curiosidad por las actividades propias y de otros.

Recomendaciones

Dado que no existe un tratamiento médico o farmacológico para los Trastornos del Espectro Autista, y de que no tiene una cura, el abordaje con las familias y los niños debe ser multidisciplinar y fundamentalmente educativo. Los niños con TEA requieren de la intervención conjunta de profesionales especializados y formados en las características especiales de este trastorno. Es muy importante el diagnóstico precoz y recibir el apoyo de los Equipos de Atención Temprana, las intervenciones tempranas con los niños con TEA se han demostrado muy eficaces en el ajuste del niño a su entorno y en el control de las conductas disruptivas, estereotipias o en las autoestimulaciones.

En todos los casos, pero especialmente en el TEA es muy importante el trabajo con la familia y con el entorno de allegados, sobre todo en aspectos afectivos y emocionales, este apoyo es muy efectivo para ser capaces de aceptar que tenemos con nosotros un niño con TEA y a aprender que aunque presente limitaciones que les hace ser diferentes a los demás, éstas, les convierten así mismo en personas únicas y extraordinarias.

¿Cómo se detecta el autismo?

Los casos más severos se suelen detectar en la primera infancia, sin embargo muchas de las señales que alertarían a los profesionales pueden ser totalmente normales y tener un carácter evolutivo si las tomamos de forma aislada. Será la aparición de un conjunto de señales y no solo de unas pocas las que nos pondrá sobre la pista, veremos algunos ejemplos de estas señales de alarma:

Antes del año

  • Ausencia de sonrisa
  • Imposibilidad de calmar el llanto del bebé a través del arrullo.
  • Dificultad para sostener la mirada del adulto.
  • Rechazo al contacto físico.
  • Ausencia de balbuceo y en general de juegos vocálicos.

Después del año

  • Ausencia de conductas propositivas.
  • Conductas motoras repetitivas.
  • Ausencia de respuesta al nombre.
  • Ausencia de orientación ante estímulos de interés.
  • Dificultad en el contacto y sostenimiento de la mirada.
  • Rechazo al contacto con sus iguales y/o adultos.
  • No se observa juego simbólico.
  • No hay balbuceo, no aparecen las primeras palabras.
  • Muchas sensibilidad o nula sensibilidad a sonidos fuertes o hechos relevantes.

Después de tres años

  • Retraso madurativo en la adquisición de algunas capacidades como el control de
    esfínteres o el lenguaje expresivo.
  • Dificultad (no miedo) para jugar o interactuar con otros a los que parece ignorar.
  • Juegos repetitivos con ausencia de simbolismo en la actividad.
  • Presencia de rutinas de movimientos repetitivos.
  • No imita a sus mayores, ni siquiera se detiene a observar la conducta de los otros.
  • Evita contacto físico y retrae la mirada.
  • Experimenta fuertes dificultades para aceptar cambios en su rutina
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